Una fecha para reflexionar sobre el ser humano detrás de la toga
Por Carlos Soto
El 25 de julio de 2024, en la isla de Nauru, se proclamó por primera vez el Día Internacional para el Bienestar Judicial. Pocos meses después, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó oficialmente la resolución A/RES/79/266, estableciendo esa fecha para reconocer —cada año— la importancia de atender el bienestar físico, mental y emocional de quienes ejercen la función judicial.
Detrás de cada sentencia hay muchas personas. Mujeres y hombres con vocación de servicio, pero también con límites humanos. Desde los oficiales judiciales que llevan la carga administrativa del trabajo, la talacha del día a día; los actuarios que se encargan de notificar y ejecutar las resoluciones; los secretarios que tienen una responsabilidad intelectual enorme, ya sea llevando una mesa de trámite o de proyectos; así como jueces, juezas, magistrados y magistradas, que tienen la última palabra en la labor de juzgar.
El bienestar judicial es, en esencia, el reconocimiento de que quienes imparten justicia también merecen condiciones dignas para hacerlo.
¿Por qué hablar de bienestar judicial?
En los últimos años escuchamos críticas, infundadas, del régimen sobre los privilegios de los jueces. ¿Por qué destinar una fecha internacional a su bienestar?
La respuesta no está en el privilegio, sino en la responsabilidad.
El informe mundial elaborado por la Red Mundial de Integridad Judicial de la UNODC reveló que el 92 % de jueces y operadores judiciales sufre estrés en el ejercicio de sus funciones, y el 76 % no dispone del tiempo suficiente para cuidar su salud física y mental. La sobrecarga de trabajo, la presión institucional, la exposición mediática y la falta de redes de apoyo son algunos de los factores que agravan esta situación.
Peor aún: el 69 % de las personas encuestadas considera que hablar de salud mental en la judicatura sigue siendo un tabú. Como si reconocer el desgaste emocional fuera sinónimo de debilidad. Como si el juez debiera ser una máquina infalible y no un ser humano con límites.
Bienestar judicial e integridad judicial: un vínculo directo
El estrés crónico, la fatiga y la ansiedad no solo afectan al juez como persona, sino que comprometen su independencia, imparcialidad y capacidad de análisis. Según el mismo informe, la falta de bienestar incide negativamente en la calidad de las resoluciones, en la eficiencia institucional, en el acceso a la justicia y en la confianza pública en el sistema judicial.
En otras palabras, la integridad judicial no puede sostenerse si se ignora la salud emocional de quienes imparten justicia.
La Declaración de Nauru: una hoja de ruta
Consciente de esta realidad, la comunidad judicial internacional adoptó en 2024 la Declaración de Nauru sobre el Bienestar Judicial, que establece siete principios rectores para fortalecer una cultura judicial ética, empática e inclusiva. Entre ellos, destacan:
- El reconocimiento del bienestar como una responsabilidad compartida entre jueces e instituciones judiciales.
- La necesidad de eliminar el estigma que rodea al estrés judicial.
- La importancia de crear condiciones laborales saludables, con equilibrio entre vida personal y profesional.
- La exigencia de adaptar las medidas a los contextos nacionales, reconociendo la diversidad jurídica, cultural y social de cada país.
¿Y en México?
En nuestro país, los retos son evidentes.
Los que conocemos la función judicial desde adentro, sabemos que las jornadas del trabajo son extenuantes.
Son desvelos para seguir trabajando en casa lo que no pudimos terminar en el juzgado o el tribunal. Destinamos horas del fin de semana revisando, o redactando, proyectos de sentencias.
Todo ello implica sacrificar horas de estar con la familia y el descanso.
La sobrecarga judicial, las constantes reformas, la inseguridad y la precarización sueldos en todos los niveles de funcionarios judiciales, espacios insuficientes y en mal estado, constituyen una amenaza para el bienestar de jueces, juezas y personal jurisdiccional.
A la fecha, muchas personas en juzgados y tribunales viven en un constante estado de zozobra. Ya sea por que son jueces o magistrados que saben que su fecha de remoción es inminente (en los próximos días o en 2027), así como todo el demás personal jurisdiccional, como secretarios, actuarios, oficiales y personal administrativo. Estos últimos saben que llegarán personas juzgadoras nuevas y, muchos de ellos, comenzarán con la purga de los niveles inferiores de la carrera judicial. Yo no conozco ninguna política para atender estos peligros, tanto en el ámbito laboral como en el psicológico o emocional.
Conclusión
El Día Internacional para el Bienestar Judicial es una oportunidad para mirar de frente una verdad incómoda: los funcionarios judiciales, desde oficiales hasta magistrados, también sufren, se desgastan y necesitan cuidados.
Ignorar esta dimensión humana de la función judicial es poner en riesgo su dignidad.
Defender el bienestar de quienes imparten justicia es, en el fondo, una forma de defender el Estado de derecho.
Debemos abogar por sueldos más altos, instalaciones dignas, mejores condiciones de trabajo y prestaciones laborales, creación de tribunales, etcétera. Y de ello no hemos escuchado nada. Sino todo lo contrario.
Escucha nuestro podcast sobre el tema en Spotify: